Los aficionados que nos pasamos todo el tiempo fotografiando
flores sabemos que hay colores imposibles de plasmar en la foto, como los
amarillos brillantes de los ranúnculos y los rojos exultantes de algunas rosas,
geranios o amapolas. Para apagar los destellos que queman la foto podemos usar
el truco de subexponer o de cerrar diafragma en modo manual, o de oscurecerla
en la edición posterior, pero eso afecta al resto de la composición salvo que
seamos profesionales, que no es mi caso.
Y, mientras me tomaba mi tiempo en pruebas de diafragma y
tiempo con este ranúnculo, le contaba a Begoña, para aumentar su paciencia y de
paso impresionarla, que se trataba del botón de oro, un ranúnculo de brillo
especialmente llamativo y a la vez muy fastidiado de fotografiar.
“-¡Es verdad, brilla como el oro! Pero.. ¿por qué brilla
como el oro? Y.. ¿de qué le sirve brillar así?”. Momento redoble de tambor L
Lo aparentemente obvio
En mi afán de no defraudar, de proporcionar una respuesta
medianamente inteligente y/o creíble, salí del paso suponiéndolo asociado a la
presencia de una cutícula o cubierta epidérmica cerosa, como la que recubre las
hojas brillantes de muchas especies, y relacionándolo con que la flor así es
más visible para los insectos. Parecía obvio pero me conoce y, aunque no preguntó
más, vi que había percibido mi inseguridad.
Mosqueado y curioso, y para no perder credibilidad, consciente
de que una adaptación como esta, conservada a lo largo de algunos millones de
años, tendría que tener una explicación física y alguna razón biológica, me he
puesto a indagar y leer y ¡tachán! el resultado mola y lo expongo a continuación.
Los llamativos
pigmentos
Todos sabemos que las plantas con flores necesitan que éstas
sean encontradas fácilmente por los insectos, llamar su atención entre la inmensidad
forestal, por lo que se han especializado en la producción en sus pétalos de pigmentos que, al filtrar la luz, reflejan los llamativos colores que les atraen. También es conocido el hecho de que distintas
especies de insectos perciben mejor unos colores, o mejor dicho unos tonos, que
otros, y que esas determinadas atracciones se explican por coevolución y
adaptación del sentido de la vista de los insectos y de la producción de los
pigmentos florales de las plantas.
En el caso concreto del botón de otro y de otras ranunculáceas la polinización suele ser cantarófila, es decir, realizada por pequeños
coleópteros devoradores de polen, como algunos del género Cryptocephalus,
por lo que la planta se ha especializado en producir una gran cantidad de polen
como recompensa a la visita, pero también ha desarrollado nectarios en la base
de los pétalos que atraen a otros polinizadores del tipo de abejas y abejorros y otros
que se encuentren ya activos al comienzo de la primavera.
¿Por qué los pétalos
brillan solamente por la cara superior?
Producir los pigmentos tiene un sobrecoste de energía para
la planta, y las plantas tienen que ahorrarla para concentrarse en su
perpetuación. El ranúnculo y la mayoría de las plantas que crecen a ras de
suelo concentran la producción de pigmento solo en la cara superior del pétalo,
pues los insectos voladores suelen verlas desde arriba, presentando la cara
inferior un color mucho más apagado y mate, o simplemente verdoso blanquecino debido
a la clorofila y al almidón, que apenas traslucen el pigmento amarillo de la
cara superior.
Las extraordinaria
ventaja de ser brillante
Cuando la luz incide sobre el pétalo los pigmentos la
filtran en mayor o menor medida; digamos que, si solo la mitad de los fotones lo atraviesan, proporcionando
de paso ese aspecto de mayor o menor transparencia, la otra mitad son reflejados en un espectro determinado por
el tipo de pigmento y el pH. En el caso de las flores amarillas el pigmento es
del tipo xantofilas, que ofrecen una paleta de colores que va desde el amarillo
pálido hasta casi marrón. Cuanto más elevada es la concentración de pigmento
más oscuro es ese amarillo y, cuanto más espacio acuoso queda entre los
pigmentos, más clara y transparente aparece.
Está claro lo relativo al tono, debido a los pigmentos ¿pero
y el brillo? Pues también tiene su explicación.
El grano de polen es a la planta lo que los espermatozoides
son para los mamíferos: constituyen el gametofito masculino, una plantita en
miniatura con la mitad de la dotación cromosómica del individuo completo, cuya
misión es alcanzar el estigma del pistilo, introducir su ADN en el mismo y
fundirlo con el del gametofito femenino u oosfera, que crecerá y formará el
embrión de la semilla, capaz de producir una nueva planta.
¿Y qué tiene que ver esto con el brillo? Mucho. El brillo
del botón de oro es una adaptación de la flor para aumentar su visibilidad
pero, sobre todo, supone una ventaja para proteger a los gametos masculinos del
frío, que puede ser letal.
Muchas flores se cierran por la noche como medida de
protección contra el frio, y de paso son a veces aprovechadas también como
refugio nocturno por varias especies de insectos que, mientras pernoctan, se
impregnan de polen que llevarán a otra flor facilitando la polinización cruzada.
Pero hay días de principio de primavera en los que, a pesar del frío, hay
muchos insectos trabajando, y el botón de oro, que está en su momento, tiene
que estar abierto y receptivo, y continuar manteniendo sus gametos vivos y
fértiles durante varios días.
¿ Una solución? Ha especializado la forma de su pétalos y ha abrillantado su superficie interna de forma que, en conjunto, componen una campana parabólica que funciona como un espejo
de reflexión, concentrando la luz reflejada en el ápice de los estambres, que es donde
se encuentran las anteras con el polen. Este calor adicional es un
plus para la conservación de su fertilidad con bajas temperaturas, un auténtico
minihorno solar.
Para reflejar la luz con suficiente intensidad necesitan ese
brillo especial, y lo consiguen gracias a que las células epidérmicas de la cara
superior del pétalo son extraordinariamente planas, sin irregularidades o
resaltes apreciables entre ellas, y con una elevada concentración de pigmento que no deja
espacios acuosos visibles en el jugo celular. Una flor realmente lustrosa.
. . .
Parece que por fin la he convencido pero, tal como me
imaginé (juro que es así) la pregunta que me hizo después fue exactamente la
que yo esperaba: “..Oye y.. ¿por qué brilla el oro? y, ya de coña, ¿para qué le sirve?” Son ya 43 años juntos y no, no tiene remedio.
La
respuesta a la primera le he dicho que la estaba preparando, pero que si quería
anticiparse podía ver este enlace http://www.vozpopuli.com/next/explicacion-cuantica-brillo-oro_0_991101999.html
que acerca a la ultimísima explicación de la física cuántica sobre esa
propiedad electromagnética de ciertos metales (y que, dicho sea de paso, me va
a ser jodidamente difícil entender).
Respecto a la segunda, el “para qué”, creo
que no ha colado porque es muy cabezota, pero pienso que la que le tenía
preparada es la correcta: al oro no le sirve para nada brillar porque es inerte,
sin vida y por tanto sin necesidad ni dinámica de autoconservación, de reproducción
o de expansión en el Universo. Si se os ocurre otra mejor o más convincente la añado J
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