miércoles, 19 de octubre de 2016

La peligrosa manía del césped

Aunque hace referencia a los E.E.U.U. la situación es similar en el sur de Europa 

Por qué las praderas importan y los céspedes no (por J. Crumpler)

Artículo publicado originalmente en inglés en el sitio The Roaming Ecologist.




Las praderas – esos complejos ecosistemas gravemente amenazados, comprendidos por pocos pero incomprendidos y destruidos por millones de personas.

Los céspedes  – esos miopes, obsesivos y monstruosos monocultivos urbanos, sub-urbanos y, cada vez más, rurales, que sustituyen a ecosistemas autóctonos a un ritmo de entre 5,000 y 385,000 hectáreas por día*, en favor de entornos artificiales, estériles y repletos de químicos, cargados de una gran influencia europea que no proporciona ningún beneficio a largo plazo; ni alimento, ni agua limpia, ni hábitat para la fauna salvaje y sin fundamento para la preservación de nuestra otrora rica herencia natural. 

Ahí tenemos la insoportable ubicuidad de la máquina cortacéspedes asociada a una práctica cultural tan inútil, que además crea una vergonzosa cantidad de contaminación del aire, auditiva y acuífera, y una desbordante actividad que destruye muchas mañanas apacibles. El césped americano es el arquetipo de la insostenibilidad.

[ *] La discrepancia se debe a los gastos. Sería extremadamente caro para los contribuyentes e instituciones obtener las imágenes de satélite necesarias para desempeñar un análisis detallado respecto a cuánto césped existe en realidad. Teniendo en cuenta igualmente, que muchos céspedes se “esconden” bajo las cubiertas de los árboles y bosques urbanos, por ello, las cifras que he citado son bastante conservadoras, en el mejor de los casos. Haz click aquí para una explicación más profunda. También asumo que tales cifras fueron tomadas de las tasas de expansión urbana, que varía cada año, década tras década etc.]
Tal y como señala elocuentemente un comentarista en internet llamado Carrie, “como nación, tenemos demasiado césped haciendo demasiado poco por nosotros”.




¿Cuánto césped es demasiado césped? 41 millones de hectáreas. Esa cifra hace del césped la planta bajo irrigación más propagada en los contiguos estados de Estado Unidos. Se riega 3 veces más superficie cubierta de césped que lo que se riegan los campos de maíz, y esto es una estimación conservadora. Toda ese agua, otrora preciosa, gastada en esas 41 millones de hectáreas de ridículo y no-autóctono pasto, para conservarlo innaturalmente verde – ¿cómo puede ser tan ciega la gente?

Los céspedes, las granjas de cultivos en hileras, el “mejoramiento” de pastizales y la urbanización, son algunas de las mayores conversiones negativas de tierras de paisajes autóctonos, y contribuyen directamente a la destrucción de la vida salvaje y de los hábitats de plantas autóctonas alrededor del mundo. 

Mientras que los paisajes desaparecen, la vida salvaje desaparece, y de esta forma desaparecen a su vez los importantes procesos ecológicos que aseguran la producción de elementos vitales, como el agua potable, los “parachoques” contra el calentamiento global, y los controladores de inundaciones. El futuro de la especie humana depende fuertemente de la salud de los paisajes nativos.

Las praderas importan por sus inmensos sistemas radiculares; que son sistemas biológicos complejos, densos y extensos que almacenan un tercio del carbono (CO2) mundial, y consecuentemente depuran el agua que consumimos y que proviene de las nubes cargadas de humedad, precipitada sobre las diversas comunidades de plantas que la filtran a través de una masa de residuos, raíces, organismos del suelo y sus diversas capas. La calidad del agua siempre corresponde a los niveles de carbono en el suelo y las praderas son las mejores acumuladoras de carbono del mundo. Los céspedes no se pueden comparar con las praderas y nunca lo harán.




Foto: En el extremo izquierdo, en 1er lugar se representa el césped común de Kentucky (Poa pratensis), nativo de Europa. El resto de las plantas son especies nativas/autóctonas de las praderas, reconstituyentes del suelo.

Otras especies comunes de pastos para césped son los pastos : Bermuda (Cynodon dactylon), Zoysia (Zoysia spp.) y Bahia (Paspalum notatum), por citar sólo algunos.  Ninguno de estos son tampoco autóctonos, provienen de África, Japón y Brasil respectivamente.

El pasto azul de Kentucky (“Bluegrass”) no es originario de Norte-América (un puñado de fuentes dicen lo contrario), entonces ¿por qué lo sembramos y seguimos sembrando otros hierbajos no-nativos? ¿Es por temor a la naturaleza? ¿Es por desconocimiento de la verdadera belleza de los ecosistemas naturales salvajes? (Las asociaciones de propietarios y las leyes de zonificación territorial de vecindarios urbanos, son famosos por ello). ¿Qué es lo que se lleva tan tremendamente mal con las plantas nativas como para que introduzcamos otras especies no-nativas, de otros continentes? ¿Será porque la mayor parte de la gente es impaciente respecto a las plantas, y desean algo que crezca rápido, que sea verde, que se mantenga verde y tan plano como una mesa? – algo con que la Compañía Scotts ha lavado exitosamente el cerebro de millones de personas, haciéndoles creer que pueden adquirirlos, mediante ruidosos trabajos semanales, aunque no sin tomar un pedazo de sus sueldos y haciéndoles hacer un montón de trabajo sin nada que mostrar finalmente. Que vano, inútil y suicida.


Pasto Bermuda (Cynodon dactylon). No todo lo que es verde es ecológico.


La negligencia de la población estadounidense y su obsesiva compulsión por los céspedes y sus absurdos y modestos fines, se extiende mucho más allá del fracaso para lo que están hechos, es esa búsqueda de la gente de un insostenible e inalcanzable “césped perfecto”. Como se ha señalado anteriormente, los céspedes son una iniciativa/idea suicida – nos auto-envenenamos, envenenamos a nuestros hijos y al agua que bebemos, por algo que es totalmente obtuso e innecesario. ¿Por qué no hacer crecer un jardín? Un jardín, una pradera, una arboleda, un bosque o un  xerojardín o paisaje seco,  que son infinitamente mejores que los difundidos céspedes de estilo noreuropeo, caros y difíciles de mantener.

Para resumir la miopía de los amantes del césped, una frase atribuida a Mark Twain que dice : ”
“No puedes depender de tus ojos cuando tu imaginación está fuera de foco”




Por último, citemos algunos hechos sobre la nocividad del césped artificial:

  • Cada día más de 5.000 hectáreas de tierras son cubiertas de césped en los Estados Unidos. Según algunas estimaciones, esta cifra supera las 385.000 hectáreas.
  • Los céspedes cubren actualmente más de 41 millones de hectáreas, la planta graminoide mas regada en los Estados Unidos.
  • Los estadounidenses rocían alrededor de 30.000 toneladas de pesticidas a sus patios, cada año.
  • 17 de los 30 pesticidas más sistemáticamente utilizados, han sido detectados en las aguas subterráneas.
  • El “National Cancer Institute” (“Instituto Nacional del Cáncer”) ha encontrado que los niños que viven en hogares cuyos pastos han sido tratados con pesticidas, tienen 6.5 veces más riesgo de desarrollar leucemia.
  • El césped estadounidense requiere de 760 litros de agua fresca por persona y por día, para ser mantenido y conservado verde. Las personas de algunos países en desarrollo matarían por tal cantidad de líquido vital, y aquí lo utilizamos negligentemente para absurdos céspedes.
  • 19 de los 30 pesticidas más comúnmente utilizados, están relacionados con el cáncer o la carcinogenicidad : 13 están relacionados con malformaciones y deficiencias de nacimiento, 21 con efectos negativos sobre la reproducción, 26 con daños renales y del hígado, 15 con neurotoxicidad, y 11 con la perturbación del sistema endocrino/hormonal.
  • De esos mismos pesticidas: 17 se detectan en las aguas subterráneas, 23 tienen la capacidad de filtrarse en fuentes de agua potable, 24 son tóxicos para los peces  y otros organismos acuáticos vitales a sus ecosistemas, 11 son tóxicos para las abejas y 16 son tóxicos para las aves.
  • Si los patrones actuales de consumo persisten, 2 de cada 3 personas en la Tierra vivirán en condiciones de escasez de agua para el 2025.



Foto : Se advierte “Aplicación de pesticidas, por favor no pisar”.
Las flores amarillas (dientes de león o Taraxacum officinale), planta esencial para las abejas y comestible de la raíz a la flor por los humanos, será igualmente eliminada para dar lugar a un césped uniforme y artificial.


viernes, 9 de enero de 2015

RETRASAR NUESTRA EXTINCIÓN

Muchos de nosotros en nuestras ensoñaciones o en nuestros momentos de lucidez sentimos o asumimos que somos parte del universo, una parte ínfima del mismo pero una parte consciente.

Pero muchas veces no nos damos cuenta que eso implica que como tal, somos también parte de este planeta; la litosfera, la hidrosfera, la atmósfera, los animales, plantas y demás seres vivos, somos parte de un sistema interdependiente que evoluciona y se diversifica conjuntamente. Y en este planeta los humanos representamos actualmente una parte no ínfima sino una parte mayoritaria, porque hemos llegado a un punto en el que nuestras actividades tienen más repercusión sobre el sistema que las de cualquier otro componente.

En nuestras manos está seguir alterando la atmósfera, el agua, la tierra y la biodiversidad y ampliando nuestra población hasta un punto ya no muy lejano en el que nuestra supervivencia no esté asegurada y seamos forzosamente excluidos. Esta exclusión sería indiferente al resto del universo, pero como espécimen humano me produce una gran intranquilidad. 

Apelo al instinto de conservación de la especie para que intentemos retrasar lo más posible nuestra extinción.

jueves, 8 de enero de 2015

MANIPULACIÓN RELIGIOSA

Todas las religiones sitúan al hombre en una posición de sumisión ante uno o varios seres imaginarios, y en esa posición de sumisión los ciudadanos están claramente en disposición de ser dominados y subyugados por quienes se consideran o erigen en referentes, artífices, representantes, defensores o brazos ejecutores de dicha religión.

La religión es una opción personal y el hecho de que, en estados autoritarios o lugares incivilizados, sea obligatoria o se imponga en mayor o menor medida, es inadmisible, detestable e intolerable.

La religión, como opción personal, puede merecer tolerancia en algún caso, cuando no atente contra ninguna libertad del individuo ni persiga el alcance del poder político y/o económico para imponerse (lo que no ocurre ni con el cristianismo ni con el islamismo), pero no merece nunca respeto, si por respeto se entiende que no pueda ser criticada, discutida, burlada, ridiculizada o cualquier otro tipo de confrontación racional que, en definitiva, el supuestamente ofendido puede (intentar) combatir con las mismas armas racionales de la lógica, la razón o la ironía.

Las religiones, como opciones puramente personales, en ningún caso merecen el apoyo económico, ni logístico ni mediático de un estado libre. Los apoyos económicos, fiscales o de cualquier otro tipo a una creencia religiosa son una gran estafa al conjunto de la ciudadanía.

Las religiones que en algunos de los puntos de su credo incluyan la más mínima limitación a la libertad y dignidad son una amenaza contra la integridad física y/o intelectual de la personas. El Estado en un país libre es responsable de salvaguardar esa libertad e integridad, El Estado en un país libre es responsable de salvaguardar esa libertad e integridad, por lo que no puede tolerar la construcción de centros de culto de estas religiones, no puede tolerar la celebración de sus ritos, ni de sus manifestaciones, ni su vestuarios, velos u otros símbolos distintivos, ni la propagación de sus ideas por ningún medio, dado que son claramente un riesgo para los ciudadanos en tanto que exaltan o difunden esas creencias. De la misma forma que la exhibición de elementos nazis (símbolos de racismo, xenofobia, intolerancia cuando no de exaltación de la violencia) no deberían consentirse, la exhibición de símbolos religiosos de creencias que supongan diferencias entre las personas (creyentes vs no creyentes, hombres vs mujeres, heterosexuales vs homosexuales...) deben perseguirse y extirparse hasta las últimas consecuencias.

Cuando un Estado asume la protección de una determinada creencia religiosa, aunque sea por tradición, cuando sus miembros se manifiestan públicamente como creyentes, cuando se exige respeto a algunas creencias particulares y se las apoya, se hace imposible racionalmente diferenciar entre unas y otras creencias, pues si se asume por el Estado la adoración, sumisión y obediencia  a seres imaginarios o a sus representantes "en la Tierra", el mismo Estado se pone en la patética posición de decidir y regular qué seres imaginarios son más dignos de respeto, sumisión, obediencia y culto.

Cualquiera tiene derecho a creerse ciegamente lo que desee, pero no tiene el más mínimo derecho a que su creencia particular condicione o limite de cualquier modo la vida de sus congéneres, por lo cual el que lo haga debe ser perseguido y apartado de la sociedad.

Mientras no tengamos claro esto seguiremos siendo vulnerables.


Los fanáticos islamistas matan. Los fanáticos cristianos no dejan vivir.

Desde una religión solo se puede combatir a otra religión desde la violencia y el exterminio. Desde el laicismo se puede combatir con la Ley y la razón.

martes, 15 de mayo de 2012

Y continuarán aumentando las anomalías térmicas

Uno de los inconvenientes del calentamiento atmosférico, terrestre y oceánico que supone el Cambio Global es la tendencia creciente de eventos climatológicos extremos. De enero a marzo tuvimos un invierno suave, con temperaturas anómalamente altas; pero llegó abril y volvieron el frio intenso y las heladas. Las hojas de los sicomoros o plátanos de paseo se habían abierto confiadas al final del invierno, pues el tiempo era casi primaveral (solo faltaba el agua) pero unas semanas después las tiernas hojitas se helaban y, ahora, tras las lluvias,  son presa fácil de los hongos que desarrollan la antracnosis.

Si observamos estos árboles en Alcalá de Henares, Madrid o núcleos cercanos, veremos que ahora mismo todos tienen dispersas homogéneamente, por su copa, hojas malogradas junto a hojas de segunda generación que, a no ser que el verano venga con temperaturas muy altas se verán afectadas por la mencionada enfermedad.

Las fotografías las tomé ayer con el móvil de los árboles que enmarcan la entrada al aparcamiento del jardín botánico de la Universidad de Alcalá.

domingo, 15 de abril de 2012



Hablando del tiempo 





No ha llovido prácticamente este invierno, han caído cuatro gotas en marzo y, aunque está lloviendo en abril, la Agencia Nacional de Meteorología ya nos avisa que va a ser más bien poco y de que, salvo sorpresas, no va a compensar las pérdidas o escasez de lluvia de los últimos meses. En realidad esta sequía no es algo tan raro, es algo bastante normal en la zona mediterránea en la que nos encontramos y tenemos precedentes recientes en 1991, 2001 y 2005; y si esta sequía actual nos ha sorprendiendo sobremanera es porque, inconscientemente, comparamos con los dos años anteriores, en los que llovió más que abundantemente. Lo que sí resulta extraño y más nuevo son las acusadas oscilaciones que estamos teniendo ahora: las temperaturas más altas de la década contrastando muy cercanas en el tiempo con las más bajas, y periodos de sequía extrema junto a periodos de lluvias torrenciales.

Calentamiento global
Ya no se puede parar pero más vale que lo suavicemos




Para referirnos al aumento de la temperatura media del planeta detectado en las últimas décadas solemos emplear la expresión cambio climático, pero sería más pertinente hablar de calentamiento global, pues con la primera expresión damos pábulo a los negacionistas y a los defensores de los intereses del status quo energético, cuyo mantra argumental es que siempre ha habido cambios, por lo que no habría por qué preocuparse.

Y como veremos más adelante, sí que hay, y mucho, por lo que preocuparse, a pesar de que la Tierra, desde su origen, siempre haya estado sometida a cambios climáticos, incluso de forma relativamente reciente como ocurrió en la última miniglaciación producida entre 1675 y 1715, coincidiendo con un largo periodo sin actividad solar que se conoce como el Mínimo de Maunder

sábado, 10 de marzo de 2012

No somos el centro del Universo



Aunque más de la mitad lo crean -rayos, qué deprimente!-, no lo somos.



Como decía Sagan, somos la forma que tiene el cosmos de conocerse a sí mismo.

O al menos, la única que hasta ahora hemos llegado a conocer.